Flavia Spiroiu
Sin duda, ha existido un debate persistente con respecto a la legitimidad del trastorno de identidad disociativo (TID). Mientras algunos sostienen que las experiencias disociativas auténticas están respaldadas por fuertes asociaciones con una historia de abuso infantil, otros sostienen que las supuestas experiencias disociativas son representaciones de la identidad sostenidas y reforzadas por estados de extrema sugestibilidad y propensión a la fantasía. Sin embargo, la combinación de especulación teórica y hallazgos empíricos hasta ahora no ha logrado proporcionar evidencia inequívoca de la existencia de alteridades como metáforas de diferentes estados emocionales o entidades verdaderamente autónomas capaces de actuar voluntariamente. Este artículo revisa la evidencia disponible de una serie de investigaciones que examinan el desempeño de la memoria, las manifestaciones conductuales y los perfiles fisiológicos de las alteridades en el TID. Concluye que ni los estudios de memoria ni los estudios psicobiológicos han proporcionado evidencia convincente de que las alteridades de los pacientes con TID existan en un sentido fáctico. Además, demuestra que algunos estudios han sufrido debilidades metodológicas, mientras que los hallazgos del cuerpo general de la literatura están abiertos a múltiples interpretaciones. Como tal, no refutan una interpretación de los alteres en términos de metáforas de estados afectivos dispares. Se discuten recomendaciones para futuros estudios que apunten a investigar el fenómeno de los alteres.