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La COVID-19 ha sido declarada pandemia mundial y tiene graves efectos en todas las facetas de la vida, incluida la salud física y mental de las personas. Aunque el aislamiento social ha sido eficaz para frenar la propagación, los efectos psicológicos de la reducción del contacto y la comunicación, como la ansiedad, el suicidio y la depresión, están empezando a manifestarse. Presentamos tres casos con el primer episodio de intentos de suicidio en un instituto psiquiátrico de Botsuana durante el confinamiento por la COVID-19. Aunque estos informes carecen de la capacidad estadística para vincular este confinamiento con la angustia psicológica, apuntan a una necesidad urgente de investigación para evaluar y abordar el efecto de esta desconexión social en la salud psicológica de las personas.