Martín Francés
En biología, la inmunidad es la capacidad de los organismos multicelulares de resistir a los microorganismos dañinos. La inmunidad implica tanto componentes específicos como no específicos. Los componentes no específicos actúan como barreras o eliminadores de una amplia gama de patógenos independientemente de su composición antigénica [1]. Otros componentes del sistema inmunológico se adaptan a cada nueva enfermedad encontrada y pueden generar inmunidad específica para patógenos. La inmunidad es un sistema biológico complejo que puede reconocer y tolerar todo lo que pertenece al propio, y reconocer y rechazar lo que es extraño y no propio. El sistema inmunológico tiene componentes innatos y adaptativos. La inmunidad innata está presente en todos los metazoos, mientras que la inmunidad adaptativa solo ocurre en vertebrados [2]. El componente innato del sistema inmunológico implica el reconocimiento de ciertas moléculas extrañas no propias para generar uno de los dos tipos de respuestas inmunes innatas: respuestas inflamatorias y fagocitosis. El componente adaptativo, por otro lado, involucra células linfáticas más avanzadas que pueden distinguir entre sustancias extrañas específicas en presencia de lo propio. La reacción a sustancias extrañas se describe etimológicamente como inflamación, mientras que la no reacción a sustancias propias se describe como inmunidad. Los dos componentes del sistema inmunológico crean un entorno biológico dinámico donde la salud puede verse como un estado físico donde lo propio se preserva inmunológicamente y lo extraño se elimina inflamatoria e inmunológicamente. La enfermedad puede surgir cuando lo extraño no se puede eliminar o lo propio no se preserva.