Timothy B. Niewold
Como no existe inmunidad preexistente al nuevo agente causal, el SARS-CoV-2, la pandemia de COVID-19 es una preocupación mundial importante y las enfermedades graves también tienen un mal pronóstico. Se están llevando a cabo importantes iniciativas para desarrollar medidas preventivas, incluidas vacunas y terapias de inmunización pasiva que utilizan inmunoglobulinas purificadas y anticuerpos monoclonales recombinantes. Estas estrategias se centran principalmente en la proteína de la espícula (S) del virus (véase el Glosario), que interactúa a través del dominio de unión al receptor con la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2) del huésped para facilitar la entrada celular y la replicación viral. Este método tiene como objetivo obtener anticuerpos neutralizantes, aunque sabemos que los anticuerpos neutralizantes no siempre son adecuados para que otros patógenos confieran un alto grado de eficacia protectora y pueden requerir mecanismos inmunitarios adicionales.