Sivan Raz* y Ora Fiterman
Los estudios sobre la función cognitiva y emocional durante el embarazo presentan un panorama complejo y no respaldan por completo el deterioro cognitivo que se suele comunicar a las mujeres embarazadas. La investigación sobre los cambios neuronales que acompañan a los cambios cognitivos relacionados con el embarazo es escasa. Investigamos los correlatos conductuales y neuronales del procesamiento cognitivo-afectivo en mujeres embarazadas (tercer trimestre) en comparación con controles no embarazadas. Se registró la actividad cerebral electrofisiológica utilizando un sistema EEG-ERP de 64 canales mientras las participantes completaban una tarea de reconocimiento de palabras emocionales. Esta tarea incluía una presentación inicial de una secuencia continua de palabras emocionales y neutrales y una prueba de memoria de reconocimiento posterior en la que las participantes tenían que indicar para cada palabra si era "nueva" o "vieja". Contrariamente a la percepción subjetiva predominante, los resultados indicaron que la capacidad de reconocimiento no se vio comprometida durante el final del embarazo, ya que no se encontraron diferencias grupales en las tasas de error. Sin embargo, las mujeres embarazadas tuvieron tiempos de reacción más lentos que los controles. Los resultados electrofisiológicos indicaron que las mujeres embarazadas exhibieron amplitudes más pronunciadas de los componentes ERP N1, P2 y N400. El aumento de estos ERP puede reflejar el reclutamiento de recursos cerebrales adicionales para el procesamiento perceptivo. El estado de embarazo interactuó con el contenido emocional de los estímulos, de modo que las mujeres embarazadas tenían N1 y N400 más pronunciados ante las palabras negativas, pero no ante las positivas y neutrales. Las mujeres embarazadas también tenían N1 más pronunciado ante las palabras "nuevas", pero no ante las "viejas". Estos resultados sugieren que, durante el final del embarazo, las mujeres muestran una mayor sensibilidad y capacidad de respuesta a los estímulos nuevos o desconocidos de su entorno, y en particular a los estímulos negativos que pueden indicar una amenaza o peligro potencial. Esto puede conducir a un estilo de comportamiento más cauteloso, que puede ser ventajoso para optimizar el crecimiento y el desarrollo fetal.