Francisca Douglass
En el siglo XVI, los reformadores protestantes limpiaron los monasterios y conventos, aunque permitieron que algunos siguieran funcionando. Las monjas que prestaban servicios como enfermeras recibían pensiones o se les ordenaba que se casaran y se quedaran en casa. Entre 1600 y 1800, la Europa protestante tenía un par de hospitales notables, pero no un sistema regular de enfermería. El papel público debilitado de las mujeres dejó a las profesionales femeninas restringidas a ayudar a las familias de los vecinos en una función no remunerada y no reconocida. El desarrollo social de la enfermería en Francia llegó a finales del siglo XIX y principios del XX. En 1870, los 1.500 hospitales de Francia estaban dirigidos por 11.000 hermanas católicas; en 1911 había 15.000 monjas que representaban a más de doscientas órdenes religiosas. La política gubernamental en 1900 fue secularizar los establecimientos públicos y reducir el papel de las iglesias católicas. El número de trabajadores laicos aumentó de 14.000 en 1890 a 95.000 en 1911. Este objetivo político entró en conflicto con la necesidad de mantener una mayor calidad del tratamiento en las instalaciones antediluvianas.