Sebastián Obrzut
Para mantener la función mecánica, el corazón necesita una alta tasa de consumo de oxígeno para proporcionar la energía suficiente para equilibrar las demandas de la función mecánica. Cuando el suministro de oxígeno es insuficiente para satisfacer la demanda, pueden producirse alteraciones metabólicas, tanto reversibles como permanentes. En la enfermedad coronaria, en la que el suministro de oxígeno está restringido debido a una estenosis grave o una oclusión de las arterias coronarias principales, este desequilibrio es más común. También se necesita energía para preservar la capacidad de regular la concentración de iones en las células de la membrana. Las principales fuentes de energía del miocardio son la glucosa y los ácidos grasos libres, que requieren la conversión enzimática antes de descomponerse. El término "sustrato" puede utilizarse para designar "combustible del corazón". La capacidad del corazón para absorber varios sustratos está influenciada por la concentración arterial del combustible. Debido a la supresión de la oxidación de la glucosa en el estado de ayuno, donde los ácidos grasos libres del plasma son altos, la absorción de ácidos grasos libres en el corazón es igualmente alta. Cuando los niveles de glucosa y/o insulina son altos, como en el estado posprandial, la oxidación de la glucosa aumenta pero se suprime la utilización de los ácidos grasos. La energía química se convierte en energía mecánica en el miocardio [1]. Debido a que el metabolismo y la función cardíaca están íntimamente relacionados, el metabolismo de los sustratos energéticos podría ser un posible objetivo de estos medicamentos innovadores para mejorar la función cardíaca deficiente [2].