El cardiólogo geriátrico llega a ver el sistema cardiovascular desde la perspectiva de un cuerpo que envejece y que probablemente sea frágil, no dócil, desorganizado y confundido, que experimente una función deteriorada de varios sistemas de órganos (particularmente el riñón) y daños por enfermedades anteriores. Malas elecciones de estilo de vida, hábitos de salud preventivos inadecuados, consumo de una gran variedad de medicamentos recetados con frecuencia y en una situación en la que ya no se aplica la parsimonia de la ciencia (la navaja de Occams), sino que el desarrollo de la cardiología geriátrica coincidió con la mejora de la supervivencia entre los los llamados ancianos post-jubilación después de 1970.
La prevalencia de insuficiencia cardíaca sistólica y diastólica, fibrilación auricular, estenosis aórtica y defectos de la conducción eléctrica aumenta con la edad, lo que resulta en una carga significativa de enfermedad cardiovascular. Para abordar las necesidades de una población geriátrica en crecimiento, los futuros cardiólogos requieren una educación dirigida específicamente a la evaluación adecuada y la estratificación del riesgo de los pacientes de edad avanzada. La incorporación de evaluaciones geriátricas integrales, farmacocinética del envejecimiento y fragilidad en el plan de estudios básico brindará a los becarios la capacidad de interpretar frases de las pautas como "en individuos seleccionados" y "análisis cuidadoso de riesgo-beneficio" en su relación con pacientes mayores.