MARÍA PRIYANTHA*
Francisella tularensis es un cocobacilo gramnegativo y una bacteria aeróbica. Provoca una enfermedad zoonótica llamada tularemia en humanos. Se han encontrado cuatro subespecies en Francisella tularensis: Francisella tularensis subsp. Tularensis (cepas de tipo A), Francisella tularensis subsp. Holarctica (cepas de tipo B), Francisella tularensis subsp. mediasiatica y Francisella tularensis subsp. Novicida. La enfermedad se denomina tularemia y es una enfermedad febril debilitante en humanos. Francisella se ha aislado de cientos de especies animales en el mundo. Como resultado de la diversa gama de huéspedes observada, los factores ecológicos relacionados con la transmisión de Francisella en el medio ambiente son en gran medida poco claros. Se ha informado que Francisella tularensis tipo A es común en América del Norte, aunque ocasionalmente se encuentra en algunos países de Europa. El tipo B se ha encontrado común en el hemisferio norte y también se ha encontrado en Australia. Se han informado enfermedades clínicas más graves del tipo A que del tipo B en humanos.
La tularemia es una enfermedad esporádica que requiere una pequeña dosis infecciosa. Los síntomas de la tularemia dependen de la vía de infección; en total, se identificaron seis formas clínicas principales: ulceroglandular, glandular, orofaríngea, oculoglandular, neumónica y tifoidea en humanos. El diagnóstico de la tularemia en humanos se basa en los hallazgos clínicos, la epidemiología y las pruebas serológicas. La prueba de microaglutinación, el ensayo de inmunofluorescencia indirecta (IFA) y el ELISA se utilizan ampliamente como pruebas de diagnóstico en la tularemia. Se han optimizado varios ensayos de PCR multiplex convencionales y qPCR para diagnosticar el organismo en presentación clínica. Los antimicrobianos se utilizan ampliamente para minimizar la complicación de la infección y los aminoglucósidos, las tetraciclinas, las quinolonas y el cloranfenicol con altas tasas de recaída de 10 a 21 días.
El uso de agua tratada para las actividades diarias, el uso de guantes al manipular conejos y roedores silvestres, la cocción completa de la carne de animales silvestres, el uso de repelente de insectos, especialmente si viajan al exterior, la protección de los alimentos en el almacenamiento contra los roedores, el uso de mascarillas, la revisión de la ropa en busca de garrapatas, evitar tocar la maleza al transitar por senderos naturales, la limpieza de las mascotas sin garrapatas ni otros parásitos externos, la vacunación del veterinario y otro personal que entra en contacto con animales y ganado son estrategias alternativas de prevención contra la tularemia en humanos. La vacunación con vacunas vivas atenuadas, muertas o de subunidades es un método alternativo para controlar la infección en regiones endémicas con un éxito variable. No se encuentra ninguna vacuna comercial en el mercado. Francisella tularensis puede ser una enfermedad emergente y amenazante en el futuro con los cambios en curso en los parásitos artrópodos en el ecosistema seguidos de los cambios climáticos en el mundo.