Las propiedades físicas del suelo (composición, textura, estructura, densidad aparente y porosidad) y el ciclo del agua juegan un papel clave en el mantenimiento de la relación suelo-agua-planta. Los cambios en el agua del suelo están regulados por la infiltración, la capacidad de retención de agua del suelo y el drenaje o percolación del suelo. La relación es esencial para una mejor planificación y manejo de las plantas para crecer y ajustar las diversas condiciones ambientales de los suelos.