Rachida Belaich
Existen numerosos estudios que han examinado el papel del sueño, ya que parece ser una necesidad crucial e implica procesos tanto fisiológicos como conductuales. Está bien establecido que el sueño promueve varias funciones cognitivas, participa en la consolidación de rastros frescos de memoria y tiene efectos en la maduración cerebral. Sin embargo, el sueño sigue siendo una cuestión científica, aunque hoy en día existe un consenso general de que el sueño es estrictamente esencial para la creación de circuitos de memoria y memoria a largo plazo, vinculados al aprendizaje y, en general, a los mecanismos de plasticidad neuronal. En el presente artículo, exploraremos primero los hallazgos ya publicados que vinculan el sueño con la plasticidad cerebral. Luego revisaremos la investigación que asocia el sueño con los procesos oxidativos. Para cerrar, discutiremos qué relación puede vincular el sueño, la plasticidad cerebral y el estrés oxidativo. De estos hechos se puede concluir que el sueño y la plasticidad cerebral están fuertemente relacionados. La transición entre la vigilia y el sueño implica cambios profundos en el control motor, la cognición, la actividad cerebral y la conciencia. Se conoce bien una descripción práctica del sueño como un estado definido electrofisiológicamente y conductualmente. Sin embargo, la función del sueño no está completamente dilucidada. Una mejor comprensión de los cambios del estrés oxidativo y el sueño es crucial para desarrollar métodos que mejoren directamente la plasticidad dependiente del sueño, ya que promover el sueño puede ser útil para restaurar la plasticidad sináptica en diferentes condiciones patológicas. Además, una mejor comprensión de los mecanismos cerebrales que controlan los estados de sueño/vigilia nos permitiría obtener nuevos conocimientos sobre las funciones del sueño y mejorar la capacidad para tratar los trastornos del sueño.