Carlos Smith*
En el campo académico del sueño existe un consenso casi generalizado en cuanto a que existe una especie de continuidad entre la vida cotidiana y la vida onírica. Esto implica que los acontecimientos del día entran en nuestras fantasías y, lo que es más importante, que el sentimiento que se produce constantemente se refleja en nuestras fantasías por la noche. Es probable que haya un tráfico bidireccional en la conexión día-noche, de modo que la sustancia y el tono que siempre habíamos deseado también se manifiesten e influyan en nuestra existencia consciente.