Un injerto óseo es un procedimiento quirúrgico que se utiliza para solucionar problemas de huesos o articulaciones. El injerto óseo, o trasplante de tejido óseo, es beneficioso para reparar huesos dañados por traumatismos o articulaciones problemáticas. También es útil para hacer crecer hueso alrededor de un dispositivo implantado, como un reemplazo total de rodilla. Un injerto óseo puede llenar un vacío donde falta hueso o ayudar a proporcionar estabilidad estructural. El hueso utilizado en un injerto óseo puede provenir de su cuerpo, de un donante o puede ser completamente artificial. El injerto óseo puede proporcionar un marco donde puede crecer hueso nuevo y vivo si el cuerpo lo acepta. Los dos tipos más comunes de injertos óseos son el aloinjerto y el autoinjerto. Un aloinjerto utiliza hueso de un donante fallecido o de un cadáver que ha sido limpiado y almacenado en un banco de tejidos, mientras que el autoinjerto proviene de un hueso dentro de su cuerpo, como las costillas, las caderas, la pelvis o la muñeca.