Entre las cinco clases de inmunoglobulinas: IgG, IgA, IgM, IgD e IgE, la IgG tiene el papel predominante en la protección contra infecciones. Algunos pacientes tienen niveles normales de inmunoglobulina y todas las formas de IgG, pero no producen suficientes anticuerpos IgG específicos que nos protejan de algunos virus y bacterias. Se dice que los pacientes que producen niveles normales de inmunoglobulina pero que carecen de la capacidad de producir moléculas protectoras de IgG contra los tipos de organismos que causan infecciones de las vías respiratorias superiores e inferiores tienen deficiencia de anticuerpos específicos (SAD). A veces, el SAD se denomina deficiencia parcial de anticuerpos o alteración de la capacidad de respuesta de los polisacáridos. Los anticuerpos IgG específicos son importantes para combatir las infecciones; sin embargo, otros componentes de nuestro sistema inmunológico también actúan para erradicar bacterias y virus. Las células T complementan las proteínas y los anticuerpos IgA (por nombrar algunos) son partes de nuestro sistema inmunológico que trabajan juntas durante una respuesta inmune completa. Si estos otros componentes funcionan bien, es posible que algunos pacientes con niveles bajos de anticuerpos específicos rara vez se enfermen. Los anticuerpos de ciertas subclases de IgG interactúan fácilmente con el sistema del complemento, mientras que otros interactúan poco o nada con las proteínas del complemento. Por lo tanto, la incapacidad de producir anticuerpos de una subclase específica o deficiencias leves de otras ramas del sistema inmunológico pueden hacer que el individuo sea susceptible a ciertos tipos de infecciones pero no a otras.