Vernessa R Clark, Reginald Hopkins, Bernice Carson, Kimberly Boyd, Persephone Rogers, Shakira Miles y Montel Williams
La capacidad de las conductas alimentarias para predecir la obesidad y la hiperactividad cardiovascular
El presente estudio examinó la capacidad de las conductas alimentarias para predecir la obesidad y la reactividad cardiovascular al estrés. La obesidad se definió operativamente por el índice de masa corporal (IMC), que se calculó a partir de la altura y el peso del participante. Según Scherwitz y Kesten, las conductas alimentarias poco saludables se definieron como la ansiedad por la comida, la alimentación emocional, la preferencia por la comida rápida, el consumo de bocadillos en el trabajo, la falta de apreciación de la comida y la tendencia a comer en un entorno alimentario activo y estresante. Noventa y ocho estudiantes universitarios afroamericanos (21 hombres, 77 mujeres) de entre 18 y 43 años participaron en este estudio. Se utilizó un instrumento de perfil cardiovascular Pulsewave CR 2000 para el diagnóstico de hipertensión para medir la frecuencia cardíaca, la presión arterial sistólica, la presión arterial diastólica, la presión arterial media, el volumen sistólico y el gasto cardíaco. Se utilizó el cuestionario Your Eating Style Profile para medir las conductas alimentarias. Un análisis de regresión múltiple y correlación reveló que la ansiedad por la comida, la alimentación emocional y la nutrición sensorial y espiritual se asociaron negativamente con la reactividad cardiovascular al estrés. Además, el ambiente en el que se come y el picoteo de tareas se asociaron positivamente con las respuestas de la presión arterial al estrés. Una regresión múltiple también reveló que la preocupación por la comida predijo significativamente el IMC, lo que indica que los participantes que se preocupaban por la comida que comían tenían mayores niveles de obesidad que sus contrapartes. El primer hallazgo importante mostró que, como se hipotetizó, los participantes con conductas alimentarias más saludables (niveles bajos de preocupación por la comida, alimentación emocional y nutrición sensorial y espiritual) estaban menos excitados emocionalmente por el estímulo excitador emocional. El segundo hallazgo importante reveló que los participantes que comen en un entorno de alimentación tenso y frenético y los que pican mientras realizan tareas diarias tenían respuestas de presión arterial más bajas al estímulo excitador emocional. El tercer hallazgo importante reveló que, aunque la comida rápida/comida fresca no predijo ninguna de las medidas cardiovasculares, se correlacionó significativamente con las tres medidas de presión arterial. Las correlaciones revelaron que, inesperadamente, las personas con preferencia por la comida fresca tenían presiones arteriales más altas que las que tenían preferencia por la comida rápida.