Jean-François Hocquette
La demanda de carne aumentará entre un 50 y un 75 % según las tendencias de consumo actuales, ya que la población mundial aumentará hasta alcanzar más de 9 mil millones de personas en el año 2050. Además, los consumidores están cada vez más preocupados por cuestiones relacionadas con los sistemas de producción ganadera, el bienestar animal o el cambio climático. En respuesta, desde hace algunos años se han propuesto diferentes opciones para satisfacer estos desafíos. Una de ellas es la producción de carne cultivada, que se basa en una enorme producción de fibras musculares mediante la proliferación de células musculares extraídas inicialmente de un número limitado de animales vivos. Los defensores de esta carne artificial han logrado despertar el interés de los científicos y los medios de comunicación gracias a una estrategia de comunicación eficaz. El cultivo celular es bien conocido, especialmente en la investigación médica, y tiene éxito en los laboratorios de investigación. Por eso, un número cada vez mayor de empresas emergentes (40-50 en 2020) están desarrollando estas técnicas para ofrecer a los consumidores "carne cultivada" en lugar de carne en un futuro próximo. Sin embargo, existen importantes dificultades técnicas que limitan una producción a gran escala eficiente y de bajo costo. Además, la similitud con la carne de origen animal es pobre en términos de características texturales, sensoriales y nutricionales, y no se tiene en cuenta el proceso de maduración de la carne para optimizar estas características. Otras alternativas se pueden agrupar en dos familias de opciones divergentes. La primera incluye, además de la carne cultivada, otros enfoques de alta tecnología como la clonación animal o la modificación genética. También incluye alimentos procesados con nuevas fuentes de proteínas de plantas, hongos, algas o insectos. El segundo grupo, basado en la agroecología, incluye la orientación de los sistemas de producción ganadera hacia la bioeconomía (aquellas partes de la economía que utilizan recursos biológicos renovables). Como ejemplo, esto incluye los sistemas ganaderos tradicionales más extensivos y el ganado vacuno y ovino alimentado con pasto. Los sistemas de pastoreo son de hecho los mejores para convertir la celulosa de baja calidad de la hierba y otros forrajes en productos de alta calidad en términos de características organolépticas y nutricionales (es decir, leche, carne), lo que hace que los rumiantes sean animales muy eficientes. En última instancia, la aceptación por parte de los consumidores de estos dos grupos de productos dependerá de muchos factores, entre ellos cuestiones relacionadas con la seguridad, el precio, las características sensoriales y nutricionales, la procedencia y el origen y/o preocupaciones morales o éticas sobre el proceso de producción. En este contexto, el éxito de los sustitutos de la carne será mayor cuando los grados requeridos de cambios tecnológicos y socioinstitucionales sean los más bajos.